La cuestión de la democracia y el cristianismo


Hoy os invito a leer el siguiente post y aprovecho la ocasión para presentaros a Alberto Rodríguez Seguín, autor del Blog que sin duda merece la pena leer. En esta ocasión se trata de una reflexión acerca del debate de si en espacios públicos, como es un aula, debe de haber imágenes religiosas como el crucifijo.

http://rodriguezseguin.wordpress.com/2010/01/08/el-crucifijo-2/

En él Alberto trata de distinguir los principios democráticos de su origen cristiano. Pero, ¿de verdad podríamos hacerlo? Se trata de algo más que deseable aunque creo que imposible en nuestro presente. Esta declaración no es en ningún momento pre-juiciosa, sino que creo firmemente que en lo público no tiene que haber ningún tipo de creencia privada (sea de la índole que sea). Ni más ni menos.

Según el cristianismo todos somos iguales en tanto criaturas de Dios, hechos a su imagen y semejanza. Esta creencia se seculariza y da como origen a los principios democráticos que rigen nuestra sociedad.

En España va a ser muy complicado distinguir dichos principios porque sino queda injustificada la uniformidad que promulga la democracia. Unos acudirán al concepto dignidad y dirán -¡Somo iguales en tanto portadores de una misma dignidad!-, o, -¡Todo hombre tiene que tener las mismas posibilidades para desarrollarse!, o bien, -¡Todos somos iguales en tanto que libres!-… Pero ante la destructora pregunta -¿por qué?- a todos les temblará el labio y no podrán más que acudir a Dios. Queda mucho trabajo para aquellos que se consideren democráticos. Trabajad duro muchachos.

La moral del sufrimiento voluntario


 

Nietzsche, en el Hospital Psiquiátrico: de las últimas imágenes antes de morir

Nietzsche, en el Hospital Psiquiátrico: de las últimas imágenes antes de morir

Leed atentamente:

 

«¿Qué placer es el más alto para los hombres en estado de guerra de esa pequeña, siempre amenazada comunidad, en la que impera la moralidad más severa? ¿Es decir, para almas fuertes, vengativas, hostiles y endurecias por privación y la moralidad? El placer de la crueldad: así como también se considera una virtdu de ese tipo de alma en estas situaciones ser inventivo e insaciable en la crueldad. Con la actividad del cruel disfruta la comunidad y se libera de la tenebrosidad del miedo y la precaución constantes. La crueldad pertenece a la más antigua alegría de las fiestas de la humanidad. Por lo tatno, uno se imagina a los dioses satisfechos y alegres cuando se les ofrece el espectáculo de la crueldad… y así se introduce en el mundo la idea del sufrimiento voluntario, el martirio escogido por porpia voluntad, tiene sentido y valor positivos».

Friedrich Nietzsche, Aurora (18)

 

Y ahora, es la mejor crítica que conozco a la religión, pero, ¿salimos bien parados los no creyentes?, o, ¿salimos como bestias crueles? ¿Se puede mantener la moral, o más bien en eso consiste la decadencia europea y por tanto lo deseable es la deconstrucción de la misma?